Entonces… el celular ¿causa cáncer o no? Una investigación de 30 años encontró la respuesta
ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD

Entonces… el celular ¿causa cáncer o no? Una investigación de 30 años encontró la respuesta

La radiación que emiten los teléfonos móviles alimentaron durante décadas la idea de que eran perjudiciales para la salud. Incluso, hubo un estudio inicial que abonó esta idea. Ahora, un análisis más amplio y profundo llegó a nuevas conclusiones e incluye datos sobre la temida (por algunos) 5G.

El impacto del uso de celulares en el cerebro fue motivo de preocupación prácticamente desde que la telefonía móvil comenzó a masificarse. Es que son sobradas las pruebas técnicas que demuestran los fuertes niveles de radiación que estos equipos suelen activar cuando entran en funcionamiento, e incluso cuando están en reposo.

La proximidad casi inevitable al usarlos (salvo que se usen recursos de “manos libres”) encendieron el fundado temor de que provoquen algún tipo de lesión o enfermedad. Las alarmas se activaron puntualmente en 2011 cuando la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC por sus siglas en inglés), que depende de la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó la exposición a las ondas de radio como posible carcinógeno para los seres humanos.

La IARC aclaró que su clasificación se basó en gran medida en evidencia limitada de estudios de observación en humanos y señaló que las pruebas no eran concluyentes. Pero la posibilidad de un efecto carcinógeno fue suficiente para generar numerosos titulares alarmantes en la prensa vinculando el uso de celulares con el cáncer cerebral.

Sin embargo, una nueva revisión comisionada por la OMS de estudios realizados a nivel global concluyó que no hay evidencia de que el uso del celular incremente el riesgo de cáncer.

El análisis final incluyó 63 estudios de 1994 a 2022, evaluados por 11 investigadores de 10 países, incluyendo expertos de la autoridad de protección radiológica del gobierno australiano.

El nuevo trabajo comisionado por la OMS fue liderado por Ken Karipidis, director adjunto de evaluación de impactos en la salud de la Agencia Australiana de Protección contra la Radiación y de Seguridad Nuclear, ARPANSA por sus siglas en inglés.

“La clasificación de la IARC se basó en estudios observacionales previos en los que personas con cáncer de cerebro informaron que usaban un teléfono móvil más de lo que realmente lo hacían”, escriben en un artículo en The Conversation Karipidis y Sarah Loughran, también experta de ARPANSA y autora del trabajo.

Un estudio más amplio y profundo

La nueva revisión sistemática se basa en un conjunto de datos mucho mayor que la evaluación de la IARC de 2011 e incluye estudios más recientes y más completos, afirman los expertos australianos.

“Esto significa que ahora podemos estar más seguros de que la exposición a ondas de radio de teléfonos móviles o tecnologías inalámbricas no está asociada con un mayor riesgo de cáncer cerebral”, indicaron. Y reforzaron: “Esta revisión sistemática proporciona la evidencia más sólida hasta la fecha de que las ondas de radio de las tecnologías inalámbricas no son un peligro para la salud humana”.

Inicialmente, la revisión consideró más de 5.000 estudios, aunque solo incluyó 63 en el análisis final. Los autores aclaran que la razón principal por la que se excluyeron estudios fue que "no eran relevantes".

“No se encontró ninguna asociación entre el uso de teléfonos móviles y el cáncer de cerebro, ni ningún otro tipo de cáncer de cabeza o cuello”, escriben los autores. Los investigadores analizaron también factores como tiempo desde el primer uso, número y duración de llamadas. También consideraron la posible radiación de antenas de telefonía.

Teorías de la conspiración

Sobre este último punto, en los últimos años circularon teorías de conspiración sobre el 5G –el nuevo protocolo de ondas para comunicación con celulares-, que florecieron durante el inicio de la pandemia de COVID-19.

Es que una de las teorías más difundidas es que el 5G causó o ayudó a propagar el coronavirus. Esta teoría se basa en la coincidencia temporal entre el despliegue de redes 5G y los primeros casos de COVID-19 en Wuhan, China.

También algunas personas creen que la radiación del 5G puede causar cáncer. Sin embargo, las frecuencias utilizadas por el 5G están dentro del rango de las ondas de radio no ionizantes, que no tienen la energía suficiente para dañar el ADN y causar cáncer.

Volviendo al estudio de la OMS, “tampoco –se indicó- hubo asociación con el cáncer si una persona usó un teléfono móvil durante diez o más años (uso prolongado). Y la frecuencia con la que lo usaron, ya sea según la cantidad de llamadas o el tiempo pasado en el teléfono, tampoco marcó una diferencia”.

Los autores destacan que estos hallazgos se alinean con investigaciones anteriores. Y muestran que, aunque el uso de tecnologías inalámbricas ha aumentado enormemente en las últimas décadas, no ha habido un aumento en la incidencia de cánceres cerebrales.

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